El cacao en polvo tal como lo conocemos, no es un ingrediente único con sólo pequeñas variaciones. Tal como se obtiene mediante los procesos de después de la recolección (fermentación, descascarillado, torrefacción, desgrasado) da lugar a unos pedacitos (los nibs) o bien, y en una fase final de dichos procesos, a un polvo de tono variable castaño-rojizo del que se ha separado gran parte de la manteca de cacao. Es el cacao natural.
El color y el sabor pueden continuarse modificando a partir de aquí, por un proceso químico llamado alcalinización, mediante la adición de una solución con agentes correctores de la acidez como el carbonato potásico, el hidróxido sódico o el carbonato cálcico (entre otros) a alta temperatura y a veces también a presión. Durante el proceso de alcalinización tienen lugar numerosas reacciones químicas. Con ello se consigue un cacao que resulta distinto del cacao natural en algunos aspectos relevantes. El que más fácilmente se observa es el color, más oscuro, que puede llegar incluso a negro. Otro también destacable es el sabor, más refinado e intenso. También queda modificada su acidez, ya que si bien el cacao natural resulta algo ácido, el alcalinizado suele ser básico y puede llegar a serlo ostensiblemente. Para los cacaos solubles que se van a consumir con leche, el cacao alcalinizado presenta una solubilidad más pronunciada que el cacao natural.
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